viernes, 5 de octubre de 2012

Accesos de infancia

Cuando infante yo era un niño muy frágil, por eso me refugié en un comportamiento de viejo, me portaba como viejo para que no se metieran con el niño que yo era, tenía un viejo adentro que me cuidaba cuando niño, así era. Pero ahora que ya estoy lo suficientemente grande como para cuidar de mí mismo, ahora traigo al niño adentro,no crean que fue demasiado tarde, la infancia no  está en la edad. Es por eso que ahora consiento y dejo salir a jugar a ese niño, ese niño tan bonito, lo traigo conmigo todo el tiempo. :)

Recuerdo que en el kinder estaba enamorado de una niña, me gustaba mucho, pero ella era muy callada. Recuerdo que cuando ibamos al supermercado, pasabamos por un largo muro y ese muro, en medio, tenía un hoyo enorme, como una puerta, y que se podía ver a través de él los cerros y las casas a la lejanía. Yo decidí que a través de ese muro se podía ver la casa de la niña que me gustaba, y cada vez que ibamos de compras le mandaba besos y pensamientos bonitos, esperando que realmente le llegaran. Recuerdo que al siguiente año entré a la primaria y conocí a otra niña bonita, y me enamoré también de ella... Pensándolo bien, creo que era un niño muy enamoradiso entonces. También recuerdo que me gustaba el hermano mayor de una de nuestras compañeritas. Era muy alto, siempre creí que era admiración lo que sentía, pero la verdad, sentía lo mismo que sentía con las otras niñas. Un amor muy dulce, nada azotado, sólo me conformaba con verlos, olerlos, sentirlos y desear con todas mis fuerzas un beso (naturalmente de piquito, cualquier otro me hubiese dado asco).

Todo el mundo sabe que a veces me dan accesos de suma mariconería. No se confundan,si bien ser gay es un estilo de vida, y ser homosexual es sólo un comportamiento sexual, ser marica es sólo un comportamiento, a secas, un comportamiento marica. Pues bien, como todo buen marica un día, de niño, me dieron ganas de pintarme los labios, quería saber qué se siente traer bilet en la boca. Naturalmente quería que se viera lo más posible, así que busqué el lapiz labial con el rojo más encendido, que tuviera mi madre. Me lo puse y luego hice algo que siempre quise hacer... ponerme un pañuelo entre los labios y apretarlo. Me quedé horas viendo el resultado, ahí estaban mis labios, era como cuando me limpiaba la boca después de haberme comido una paleta helada de grosella. Decidí que iría más allá en mi experimento, me limpié la boca, encontré polvo blanco y me lo apliqué en toda la cara, luego volví a ponerme el lápiz labial y me puse una bata de seda de mi madre... Me vi y me encontré completamente hermoso, así que decidí bailar para que el mismo momento se regocijara de sí mismo. lo hice por un largo rato, hasta que recordé que podría alguien llegar a la casa, me limpié y seguí con mi vida. No volví a hacerlo y dudo mucho volverlo a hacer, por lo menos no sería igual, sería un acto producido, más bien, reproducido. Además, lo haría con consciencia plena de lo que pasa. En ese momento de fiesta yo no me estaba trasvistiendo ni nada por el estilo... no es que me parezca repulsiva la idea de trasvestirme, de hecho me parece divertida, aunque admito que ahora, más grande, no me encuentro una mujer en lo már reconditamente mínimo bonita, más bien soy una vieja fea. Pero éste no es mi punto, mi punto es que en ese momento yo no pensaba en trasvestirme, pensaba en ponerme bonito, adornarme, quería verme a mí mismo bello y lo hice y lo disfruté y se acabó y no quise más, por lo menos no así.

 En la misma tónica, recuerdo que otro día igual encontré el joyero de mi madre, siempre había pensado que el oro y las joyas eran lo más irrelevante de la vida. Así que las saqué y busqué el porqué de que los piratas se volvieran locos por ellas, o los héroes, o los ladrones (para mí lo único que tenía valor en ese entonces era el dinero, pues era lo que necesitaba para poder comprar las cajitas sonric's que tenían los juguetitos que tanto me gustaban, o para comprar play mobiles o galletas príncipe.). Saqué un collar y me lo puse, luego me puse una esclava, luego unos aretes de esos que parecen broches y cuelgan a presión de las orejas. Luego me puse más collares... quedé fasinado. Me encantaba el contacto frío de las joyas que contrastaba con la calidez de mi cuerpo. Me gustaba mucho como se veía el oro con mi piel morena... La hacía ver dorada. Las perlas eran una dorno que nodisfruté tanto.No tanto como un pequeño rubí que encontré al fondo de la caja. Era una pequeña chispa de rubí que seguramente se habría caido de algún lado, o mi madre habría encontrado, o qué se yo, sólo sé que me encantaba verlo, tan rojo,como una gota de sangre congelada. Pronto le encontré el placer a las joyas, por lo menos ya sabía porque a las mujeres les gustaban tanto (seguía sin entender el porqué de su valor económico, pero entendía el valor estético). Disfrute mucho ese momento. (otra vez, nunca me volví a enjoyar, pero recuerdo con mucho cariño el día que pude adornarme de esa manera). En fin... son algunos de los recuerdos que me dieron ahorita que tengo estos accesos de infancia, probablemente pueda trabajarlos para usarlos de otra manera después. :)


Ser sexy o morir en el intento.