y me corto con la navaja de dos días
¿Que si algo me duele?
No te fíes del lugar de la eterna carcajada
Que el jardín de las caricias de mi cara
Aún pregona y disculpa la torpeza del alma mía
Así, no sé, no sabes, ni aún la vida sabe nada
Aún la vida sabe a nada
Me sabe a nada
Pero yo sé que escribes recetas
Eso lo sé sobremanera
(meteoritos chismorrean en el eter, lo dicen, cuentan,
los meteoritos cuentan cosas
Así lo observo y aún saboreo
Porque el árbol de la sabiduría
(que es la cosa con la que se sabe)
(con la que sabe)
(con la que las cosas saben a cosas)
El árbol de la vida
Ese gran árbol de venas que me sube por la garganta y aún canta
Ese árbol me dice que tú escribes recetas
Y yo sé que lo haces mejor
Así, escóndete de la pera pecosa
Escóndete de la olorosa manzana
Y escribe en el libro de cocina de mi alma, en el de mi cara
Que aún no dice nada
Que solamente la mágica pluma del astrolabio de tu labio
De la magia, la hemorragia, la nostalgia
De ese dolor,
de ese ardor
de ese picor tan exacto que sube y te colorea las mejillas
Puede escribir algo apenas sabroso,
hacer algo oloroso
algo dientil
sí, algo conejil
con mucho perejil
(o cilantro, veinte años y no sé la differencia)
algo en un mandil
un mandil muy bello (con chiles)
pues el que uso en la cocina ya no me queda.